Las elecciones del pasado 20-N dejaron claro, entre otras cosas, que el PSOE tiene que buscar un nuevo liderazgo y, sobre todo, reactualizar, y mucho, su proyecto político; más allá de unas leves manos de barniz y de una revisión profunda de chapa y pintura.
Su motor no carbura bien. En un contexto de gran dificultad, sus pilotos y su mensaje parece que no han conectado con la sociedad. Su maquinaria ha dejado de estar engrasado con una gran mayoría de ciudadanos. El dato de la pérdida de más de cuatro millones de votos habla por sí solo. El divorcio con parte de su electorado es obvio.
Igual que habla por sí sólo que el PP haya ganado casi despeinarse, como vegetando y sin decir esta boca es mía, ante un PSOE que sigue culpando de sus males a la crisis y a los socorridos errores de comunicación, con lo que sigue sin hacer la necesaria autocrítica que tanto les cuesta a los responsables políticos.
Toca hacer la travesía del desierto y toca hacerla cuanto antes con responsabilidad, sin huidas hacia delante y sin engañarse. En caso contrario, la caída puede ser más grande.
Anda, por lo tanto, el PSOE a la caza de un líder en un congreso expréss convocado para primeros de febrero que ponga fin a este ciclo que se va a llevar por delante a la generación que lleva 30 años en la política y que ya es hora de que deje paso y no tapone a otra generación.
Y entiendo que no es sólo cuestión de un nuevo líder y de una nueva dirección, que debería estar alejada de personalismos y de viejas mesas camillas, sino de un nuevo proyecto que debe llevar las riendas del PSOE durante la próxima década, con un ideario flexible, cercano y de centroizquierda.
Como en noviembre marcea, según la oportuna frase acuñada por periodista Manuel Expósito, el PSOE de Andalucía quiere escenificar a todo esto unidad y cohesión, por lo que pide un cierre de filas para afrontar con éxito y en paz el gran partido de las elecciones andaluzas.
Tras esta debacle que ha llevado al PSOE a su suelo electoral y al PP a recuperar el Gobierno, a vencer en Andalucía y a ganar por primera vez en la provincia de Jaén, los socialistas tienen una magnífica ocasión de demostrar en las próximas semanas que quieren y que tienen un nuevo proyecto de cambio que ilusiona y convence para seguir transformando el territorio y mejorando el bienestar de los ciudadanos, aún siendo conscientes que no existen magos de la chistera.
Por lo pronto, el PSOE no tiene más remedio que renovarse con gente capacitada, con credibilidad y con valía para volver a recuperar sus señas de identidad y una política claramente de centroizquierda, sin hacer una cosa y la contraria prácticamente a la vez.
Tiene que recuperar de verdad la calle y tener bien abiertos los cinco sentidos para anticiparse a los problemas de la gente si quiere volver a ser alternativa. Y sobre todo, debe hacerlo con mucha humildad, con muchísima humildad, la que le ha faltado a parte de sus dirigentes.