Huelga y encrucijada sindical
Lo decía hoy un histórico de la UGT, Fdez. Lito: No es un trago de buen gusto convocarle una huelga al Gobierno del ‘partido hermano’. No lo fue contra González y no lo es ahora contra Zapatero. Lo que pasa es que no queda más remedio. Otro tanto ocurre en Comisiones que, a regañadientes, tiene que echarse a la calle contra un Gobierno con el que se han conseguido las mayores mejoras sociales de los últimos años, como así lo reconocen en privado destacados dirigentes de la central. ¿Es o no es una encrucijada?
Ese, grosso modo, es el dilema que las dos centrales mayoritarias tienen en estos momentos sobre la mesa. Defender los derechos de los trabadores tiene hoy una lectura muy simplista a la que los sindicatos no pueden escapar: Una piedra en el camino de Zapatero (PSOE) para mantenerse en el Gobierno y una piedra menos en el camino de Rajoy (PP) para llegar a la Moncloa. ¿Es o no, una encrucijada?
Pero antes de llegar a ese cruce de intereses habrá muchos argumentos y cuestiones que los trabajadores analizarán de aquí al 29 de septiembre para respaldar o no con su paro esta convocatoria. Los sindicatos están más que autorizados para convocar una huelga general ante los recortes anunciados y ya puestos en práctica por el Gobierno, pero ocurre que en su foro interno no se fían de lo que vendrá después de Zapatero. Es más, son conscientes de que, en las actuales condiciones económicas del país, con un Gobierno de derechas el cinturón se estrechará aún más de lo que ya lo está haciendo.
Después del ‘tijeretazo’ metido a la nómina de los funcionarios y la más que floja respuesta de este sector al paro del 8 de junio estaba cantado que aquello que durante dos años han estado mareando tanto sindicatos como patronal y Gobierno, la reforma laboral, iba a ser un hecho antes del verano. Además, por imperativo legal (léase UE). Y más, otra reforma que llegará por una vía u otra, la fiscal, tampoco pasará del verano. No ver esa realidad o mirar para otro lado no va a servir de nada.
Zapatero no quiere que de aquí a final de año las listas del INEM pasen de los 5 millones de parados, pues el horizonte electoral de 2011 y de 2012 apremia. Necesita con urgencia que esa lista deje de engordar e incluso que vaya adelgazando. En pocas palabras, necesita recortar el gasto de los subsidios de paro y engordar las cifras de la caja única de la Seguridad Social. Lo contrario sería un suicidio a corto, medio y largo plazo, además de una imprudencia temeraria.
Pero, ¿cómo va a responder el trabajador, cuando dentro de más de tres meses llegue el 29S? Esa incógnita rulea desde hace días en la cabeza de Méndez y Toxo. Otro pinchazo como el del 8J podría suponer un serio revés al sindicalismo de clase en este país. Algo que, desde luego, no sería bueno para nadie. De ahí la necesidad de medir los pasos… y los tiempos.