Temblores en Diputación
No. No es una figura literaria lo de los ‘temblores’. Lo he podido ver personalmente en los últimos días que he visitado el Palacio de la Plaza de San Francisco con motivo de los cambios que se han producido en la institución a raíz del 22-M. Auténticos temblores entre las clases medias pasivas que conforman los funcionarios de la casa, especialmente directores, gerentes y otros cargos de segunda fila que jamás figuran en las listas de ningunas elecciones pero que ‘mandan’ (y cobran, algunos) más que el presidente (del Gobierno andaluz o del Central). Ya les digo, temblando físicamente y con la mirada desencajada me he encontrado a más de uno y de dos.
Cierto es que yo, esas visiones las tenía en días pasados y no acertaba a explicarme a qué responderían esos temblores. Debe ser por la lógica incertidumbre de los cambios lógicos en la nueva etapa, me decía interiormente. Pero cuando hoy nos enterábamos de que el nuevo presidente había cesado a todos los directores de área de los distintos departamentos de la casa, la respuesta a esos temblores estaba cantada.
Tengo que reconocer que el segundo o tercer paso dado por Reyes Martínez desde su llegada a la presidencia hace una semana ha sido valiente. E imagino que (conociendo al político como lo conozco) habrá sido también sobradamente medido y meditado. La medida está levantando ampollas entre la tropa afectada, pero ninguno de ellos terminará haciendo cola en el INEM. Algunos de ellos incluso puede que vuelvan a las ocupaciones que ahora dejan pero, en ese caso, conocerán sobradamente desde donde les llega la confianza.
Reyes, conocedor de la administración pública por dentro, es consciente de la tupida tela de araña que internamente y a lo largo de décadas se va tejiendo entre esos puestos intermedios que se sitúan entre el administrador (político) y el administrado (ciudadano). Una telaraña que en la mayoría de las ocasiones no es ajena a intereses particulares situados en la acera de enfrente de los intereses generales de los ciudadanos y por encima (o dando un rodeo) de las decisiones de los órganos democráticamente elegidos. Pasa en cualquier administración y la Diputación no es una isla en ese sentido.
El nuevo presidente es consciente también de que hay medidas que hay que adoptar el primer día. No cabe dejar pasar ni 48 horas, porque después se hará más cuesta arriba. Y ésta que nos ocupa era de esas que hay que ejecutar al salir del pleno en el que se toma posesión, si realmente se quiere conformar un equipo ligero de equipaje y de hipotecas.
Habrá que esperar unos meses para ver las reacciones que una operación de esta envergadura va a producir en un sistema de vasos comunicantes como el que circula por el interior del Palacio y edificios dependientes. Aunque seguro que a Reyes no le temblará el pulso ni el corazón del organismo va a dejar de latir un solo momento.