Peleas de niños
Flaco favor le hacen nuestros políticos a la ya denostada credibilidad que los ciudadanos sienten hacia sus representantes públicos. El último episodio que han protagonizado los alcaldes de Baeza y de Jaén es más propio de una pelea de niños que del comportamiento que se espera de dos mandatarios municipales.
El regidor baezano, Leocadio Marín, del PSOE, abrió la caja de los truenos al advertir que no apoyará el expediente de la Catedral de Jaén como anexo a las ciudades patrimoniales de Úbeda y Baeza por la negativa del alcalde jiennense, José Enrique Fernández de Moya, del PP, de votar en contra en el Senado a la enmienda donde se pedía el acceso a Baeza desde la A-32. La reacción del alcalde jiennense no se hizo esperar y, lejos de templar gaitas, amenaza con una “respuesta proporcionada” en el próximo pleno del Ayuntamiento de la capital. Ahí es nada, la guerra está servida. Ojo por ojo.
Claro que el desafío del alcalde baezano ha ido demasiado lejos. Romper el consenso institucional para hacer posible la declaración de la Catedral de Jaén como Patrimonio Mundial es algo de lo que, ojalá, no tengamos que acordarnos en un futuro inmediato. El mismo alcalde jiennense ha reconocido que sin la unión de los tres municipios que forman el triángulo renacentista, Jaén, Úbeda y Baeza, el expediente ante la Unesco está condenado a su fracaso. Si algún día vuelven a coincidir gobiernos del mismo signo político, quizá ya sea demasiado tarde, pues los responsables de la Unesco seguro que recordarán esta polémica, tan absurda como inexplicable, que ha empezado en el ámbito local pero que, por la influencia de las redes sociales, ha traspasado las fronteras provinciales.
Pero ante un error mayúsculo del alcalde baezano (por mucho que duela la bofetada del senador De Moya a la conexión de la A-32) la respuesta de su colega de Jaén no le ha ido a la zaga. La ristra de insultos hacia Marín y, sobre todo, su amenaza de que el pleno de Jaén le dará una respuesta de idénticas proporciones, tampoco le deja en un muy buen lugar y confirma que el nivel de nuestros representantes políticos dista mucho de lo que necesita esta provincia para salir de su ostracismo.
A ver si ahora, con el espíritu navideño y el nuevo año, se da una rectificación (tan inédita entre nuestros políticos) y se impone la cordura y el sentido común. Jaén (y Baeza) saldrá ganando.