La hija del ministro
La historia de la capitana del ejército Zaida Cantera me ha sobrecogido. El 8 de marzo de 2012, Día de la Mujer, el Tribunal Militar Central dictó una sentencia sin precedentes: condenó al entonces teniente-coronel Lezcano- Mújica a dos años y diez meses de prisión por un delito de “abuso de autoridad” y “trato degradante” a una capitana que estaba a sus órdenes. La sentencia declaró probado que el acusado actuó con “grave menosprecio de la condición femenina de la víctima” y que sus actos (tocamientos, insinuaciones, etcétera) eran “claramente atentatorios de su libertad sexual”.
La condena del coronel (ascendió durante el proceso) no supuso el fin del calvario sufrido por la capitana. Al contrario, ha sido objeto de una persecución impulsada por antiguos amigos o compañeros de promoción del condenado. La capitana se encuentra ahora de baja psicológica y ha expresado que dejará el ejército. Le han hecho la vida imposible.
Todo esto, ampliamente detallado, lo contó Zaida en el programa televisivo de Jordi Évole, Salvados. Además, lo ha publicado en el libro ‘No, mi general’, escrito con la diputada por UPyD, Irene Lozano. En el mismo, denuncia la desprotección de los militares que se atreven a hacer frente al acoso de sus superiores.
“Se removerá la conciencia del ministro de Defensa, Pedro Morenés”, pensé nada más finalizar el programa de Évole. Vaya que si me equivoqué. Dos días más tarde leo el siguiente titular en la prensa: “Morenés rechaza dar explicaciones sobre el acoso sexual a Zaida Cantera”. El señor ministro toma esa actitud no en una rueda de prensa, no al ser abordado en un pasillo en una conferencia, no en un patio de armas tras un acto militar. Lo hace en el Congreso de los Diputados a una pregunta de la diputada Irene Lozano, que osó preguntarle por el acoso que ha sufrido la capitana.
El ministro, de apellido Morenés, respondió de forma general sin dar explicaciones del caso concreto. Dio una respuesta burocrática y de trámite. Lo hizo con la chulería que desprendían los sargentos chusqueros que me tocaron en la mili.
Me avergüenza que un ministro civil se comporte como un patán y no muestre ni una pizca de sensibilidad con una capitana que ha sido acosada, como así lo determinó un tribunal militar.
Hasta ahora, Morenés me había parecido un hombre comedido y prudente. Ahora ha demostrado su verdadera catadura moral. En lugar de defender a una capitana ultrajada, defiende el honor de un ejército que sigue teniendo códigos predemocráticos. En vez de anunciar tolerancia cero con cualquier mando del ejército cuando ofenda, insulte, maltrate o acose, mira para otro lado y no tiene ni una palabra de apoyo hacia la capitana Zaida que, además, estaba presente en el Congreso.
El ministro de Defensa proviene de una aristocrática familia. Tiene una hija. Me pongo entonces en la hipótesis de que ésta fuera un mando del ejército. Y que esta hija hubiera sido toqueteada, manoseada, vejada y humillada por un teniente coronel, de apellido Lezcano-Mújica. Que esa hija fuera después boicoteada en su trabajo. Que tuviera que darse de baja por razones psicológicas y que piense en dejar el ejército.
Seguro, seguro que el ministro de apellido Morenés no habría tenido un comportamiento tan abyecto en el Congreso de los Diputados. La capitana Zaida no es su hija biológica. No obstante, sí lo es metafóricamente desde un punto de vista político puesto que un ministro debe defender la honorabilidad y el buen nombre de todo ciudadano.
Sobre todo si éste es pisoteado por una acosadora bota militar en el ámbito castrense.