El interés + desinteresado
Sí. Fue en julio. El verano derretía el asfalto. Fue exactamente el 13 del citado mes. Con media provincia en la playa o en la piscina o debajo de la ducha (los efectos colaterales de la crisis). Oficialmente la noticia se conoció a través de un comunicado conjunto de 18 líneas. Y a pesar del calor, esas líneas transmitían una frialdad escalofriante, como si se hubieran gestado en un gélido despacho. Unos días antes se había producido un runrún de rumores que rozaban el esperpento. Los mismos que se habían propalado en los ambientes más selectos días, meses e incluso años antes. Pero esta vez sí. Los rumores se convirtieron en noticia: Caja de Jaén y Unicaja llegan a un acuerdo de fusión. Esa es la principal finalidad del comunicado que ambas entidades decidieron hacer público el 13 de julio pasado: “Los presidentes de Caja de Jaén y Unicaja, José Antonio Arcos Moya y Braulio Medel, han acordado elevar próximamente a sus Consejos de Administración una propuesta de convenio de fusión entre ambas entidades, mediante la creación de una nueva institución. Esta propuesta de convenio de integración quedaría abierta a la inmediata incorporación de otra(s) Caja(s) que así lo deseara(n)”.
Perfecto. El pez grande se come al chico, que contra viento y marea se había defendido contra los embates de las tormentas financieras. Y surgen entonces las preguntas: ¿Por qué ahora? ¿Cómo afectará a los puestos de trabajo? Ante la duplicidad de oficinas ¿cuáles permanecerán abiertas y cuáles cerrarán? Si el proceso está abierto a la fusión con otras entidades (Cajasur), ¿por qué se ha realizado ya la de Jaén y no se ha efectuado una negociación a tres bandas? Si la Caja de Jaén, como es bien reconocido, no se encuentra en una situación de dificultades económicas, ¿a qué vienen esas prisas?
Digo prisas puesto que somos muy olvidadizos. Sabemos que el comunicado que anunciaba la fusión de Unicaja y Caja de Jaén se realizó el 13 de julio, lunes. Es por tanto lógicamente deducible que las negociaciones tuvieron que comenzar semanas antes. Ahora bien, ¿cuándo puso Unicaja el punto de mira en la Caja de Jaén? Me lo pregunto porque el dos de marzo de 2009 la Agencia EFE difundía el siguiente texto: “Caja Castilla-La Mancha (CCM) y Unicaja han comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que han alcanzado unas bases de acuerdo para la propuesta de integración entre ambas entidades”. Según dicha comunicación, la entidad resultante del proceso iba a ser la principal institución financiera de Andalucía y Castilla-La Mancha y una de las cinco primeras cajas de ahorros de España.
En todos los medios de comunicación regionales y nacionales se daba por hecha la fusión, ya que Unicaja iba a acudir a salvar las dificultades financieras de la Caja de Castilla La Mancha. Sin embargo, cuando parecía que todo estaba a punto, surge la gran sorpresa. Unos días más tarde, el 29 de marzo, el desaparecido ministro de Economía, Pedro Solbes, anuncia en domingo que el Banco de España ha decidido intervenir la caja de Castilla la Mancha, tras dar por fracasado el intento de fusión de la entidad castellano-manchega con Unicaja. Parece lógico pensar que Braulio Medel, presidente de la entidad con sede en Antequera, no iba a llevar en esa época una doble negociación con la caja castellana y con la caja jienense. El proceso de fusión con la de Jaén tuvo que comenzar como mínimo en abril. ¿A qué obedecen esos vaivenes? ¿Por qué se realiza primero la fusión con Caja de Jaén y se deja para un paso posterior con CajaSur?
Todo hace indicar que se debe a una prudente e inteligente estrategia de trabajo de Unicaja para defender sus intereses. La integración con la entidad jienense es más rápida y, al ser un proceso de fusión entre iguales, la ley permite parar la renovación de cargos en Unicaja, que se tenía que llevar a cabo a partir del día 15 de agosto pasado, y prolongarse por dos años más, el periodo transitorio de fusión. Con esto resuelto, se podrá acometer la fusión con CajaSur, que llevará más tiempo, pues se tiene que modificar la Ley de Cajas, lo cual requiere aprobación del Parlamento de Andalucía. Y también es más compleja. Y por lo que pueda pasar, más vale pájaro en mano que ciento volando.
Por otro lado, se recordará que Caja de Granada había coqueteado desde hace años con la de Jaén, pero nunca, que se sepa, Unicaja había salido en las quinielas para una posible fusión. Es evidente que los tiempos económicos han cambiado a ladrillazos. Y todo el mundo financiero tiene derecho a posicionarse. ¿Pero era este el mejor momento? ¿No se habrán antepuesto los intereses personales a los puramente económicos?
El que fuera presidente de la Diputación, Cristóbal López Carvajal, institución fundadora de la Caja de Jaén, dejó caer hace años una hipotética fusión entre esta entidad y la Caja Rural de Jaén. Aquello quedó en una mera declaración de intenciones, en un guiño político. Sin embargo, en tiempo de convulsiones económicas financieras ¿hubiera sido ahora una utopía?
Creo que hay más sombras que luces en todo lo que rodea a los movimiento económicos en la provincia. La sociedad jienense, la opinión pública, los trabajadores y los ahorradores de Caja de Jaén se merecen algo más que un comunicado de 18 líneas. Se merecen más transparencia y más información. En fin, es hora de que se pongan las cartas sobre la mesa, a ser posible sin ases bajo la manga. Aunque me temo que esto sí es realmente utópico.