Vandelvira en ruta
Ya saben: nada como el optimismo para superar los problemas. Es como echarle imaginación a la sopa, cuando el caldo no alimenta. En Jaén tenemos tanta experiencia con las trapisondas inaugurales, que ya no nos las tomamos en serio. Por eso, nuestras relaciones con el poder son un permanente remanso de tranquilidad. Recibimos poco, pero es que aún reivindicamos menos. Son los efectos del cortoplazo.
Se de muchos alcaldes cuyo mayor placer consiste en tener hilo directo con una autoridad superior. Acomodan sus actos oficiales al horario del jerarca, con tal de que éste aparezca en la foto mostrando con orgullo una obra local, y ambos puedan cortar la cinta. Con eso se dan por satisfechos. La sumisión, que se ha vuelto un sentimiento popular, debe ser por esta causa un concepto a revisar, ya con significado positivo.
Ahora se llama complicidad, que nada tiene de hiriente.
Con los grandes proyectos ocurre lo mismo. Nadie dudará, por ejemplo, que lo de bautizar el aeropuerto "Federico García Lorca" Granada-Jaén resultó una idea genial. Sólo por el hecho de poner a nuestra provincia en el mapa de las rutas aéreas internacionales, ya merecía la pena. Luego se ha visto que no ha servido para nada, eso sí, la golosina se vendió de maravilla.
Recuerdo aún las florituras para explicar las obras de la A-92, una carretera que iba a permitir la vertebración transversal de Andalucía, algo que nadie ponía en duda. Lo que no cuadraba era que el proyecto estrella de la comunidad autónoma se inaugurara con más de una década de retraso, hecho insólito incluso para esta sufrida región. Sin embargo, ahí está, nominada para la posteridad con los dígitos del quinto centenario, si es que alguien recuerda el evento.
Con un planteamiento similar de economía de recursos, se vienen ejecutando proyectos emblemáticos en nuestra provincia desde que los ciudadanos hacen alarde de credulidad, que es como decir que los burros vuelan y todos preguntar qué combustible le ponen. El Museo Ibérico, otra genialidad, ¿lo verá construido esta generación? Lo último ha sido la propuesta para denominar Autovía "Andrés de Vandelvira" a la Autovía de Levante, una obra vital para la provincia que, sin embargo, se construye con poco entusiasmo inversor. Es la misma estrategia de poner el tejado antes que los cimientos, o sea, la placa inaugural antes que la primera piedra.
Nadie ponga en duda la eficacia de las ideas. Si funcionan, ¿por qué no seguir con esta fórmula de dar credibilidad histórica a proyectos renqueantes? De hecho, lo de frivolizar con un patrimonio que nos trasciende, ¿no permite también trascender a la política? Pues, eso.