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Zapatero sí; Zapatero no

En estos tiempos de crisis económica y crisis social mucha gente tiene que redefinir honestamente como puede su proyecto de vida; reactualizar su situación con el fin de adaptarse a los nuevos tiempos; acomodarse al nuevo escenario y abrirse nuevos caminos para garantizarse su supervivencia. Nada que objetar a este respecto. Es humano y muy legítimo. Es de instinto básico.

Ahora bien, cuando esta crisis económica y social arrecia y la sociedad está huérfana de las soluciones que serían deseables, porque o bien no hay verdadera cultura de pacto; o no hay consenso porque unas veces uno no quiere y en otras el otro lo quiere imponer, o sencillamente porque no hay liderazgos que venzan y convenzan por la fuerza de la razón y de los argumentos, entonces sí es digno de reprochar y reprobar el comportamiento de los que nos gobiernan y de los que nos quieren gobernar. 

Y es que conforme está la clase política no nos debería sorprender la falta de liderazgos. No hay líderes naturales. Hay pseudolíderes prefabricados, de usar y tirar. Porque no me digan ustedes si hay derecho a tener que soportar diariamente el insólito y el inútil debate de si Zapatero será o no candidato en las próximas Elecciones Generales.

No es serio alimentar un debate que a casi nadie interesa, desdecirse posteriormente y decir que es un asunto que sólo les interesa a los periodistas. Suena a coña. Zapatero sí, Zapatero no; y mientras, ¿a tocar el violón y a ver pasar por delante de nuestras narices los problemas de la gente, que lejos de solucionarse se eternizan? Por cierto, el propio presidente alimenta este debate con sus dudas y sin despejar la incógnita.

¿Realmente es de interés general para los ciudadanos este insulso debate? ¿O es que se lanza una cortina de humo como una casa de grande para tapar los verdaderos problemas y desviar la atención de lo realmente importante? ¡Qué desvergüenza con la que está cayendo, qué frescura, es alucinante! Jugar a maniobras de distracción. Claro, como no hay paro, ni hay fracaso escolar, ni se cierran empresas y se nada en la abundancia económica,…

Y lo peor de esta situación es que el PP, a falta de concretar sus planes y sus propuestas, entra al trapo de esta estrategia un día sí y otro también. ¿Tan poco tiene que ofrecer como alternativa Rajoy y los suyos para centrarse de lleno en saber quién será el candidato socialista?

Pero no nos engañemos y engañemos a nadie. Los políticos serán camaleónicos; cambiarán de color; a veces actúan y sobreactúan sin ningún rubor; otras veces ni se ponen colorados cuando deberían de ponerse más que anaranjados y si se les pregunta que opinen de esto o aquello unas veces se salen por los cerros de Úbeda, otras se encogen de hombros o simplemente niegan la mayor; o incluso los más atrevidos, sobre la sucesión de Zapatero, dicen que son cosas de los periodistas, del mensajero. Pero, eso ya está muy visto.

Cada día tengo más claro que los políticos serán lo que sean, pero no se chupan el dedo, aunque a veces lo parezca. Por eso, tengo meridianamente claro que todo este debate de si Zapatero sí, Zapatero no, obedece a una estrategia de largo alcance perfectamente calculada, diseñada y orquestada en el tiempo. El detonante viene de la estrepitosa caída en las encuestas del Partido Socialista, del miedo a perder el poder. Se encienden, por consiguiente, las luces rojas.

Y la reacción inmediata fue poner en marcha un plan de choque para no dar la batalla por perdida sin empezar el partido electoral. Hubo remodelación profunda del Gobierno. Salió del Ejecutivo Fernández de la Vega, su principal referente y valedora, y se colocó con mando en plaza la vieja guardia del felipismo; es decir, Rubalcaba y Chaves, además de Pepe Blanco, Bono y algunos otros destacados barones autonómicos.

Y cerca de esos se colocó Zarrías, que ha leído el nuevo partido y ahora quiere leer la próxima temporada política. El siempre juega y si pierde se va con los que ganan, como ha hecho siempre: estar en la sala de máquinas del poder o en su antesala. Ganamos los que votamos a Almunia y los que votamos a Bono, dijo en más de una ocasión.

Zarrías se está abriendo camino en Madrid una vez cerradas las puertas en Andalucía. Si una puerta se cierra, otra se abre, podría decir el que fuera todopoderoso político hoy ya venido a menos en Andalucía. Por eso, se ha echado al monte y dicen que quiere reclutar efectivos con el fin de situarse ante un hipotético y nuevo escenario político por si no triunfa el griñanismo. ¿Va por libre o hace de liebre a alguien?

Ahora hace menos ruido, pero internamente (aquí es un artista, un orfebre de la fontanería fina) quiere seguir meciendo la cuna del poder. Hoy por hoy ya no es galáctico ni es la estrella del equipo en Andalucía. Y, por tanto, los goles los meten otros y otras. En el futuro, ya veremos, porque en política se pueden ver los burros hasta volar.

Y el segundo punto del plan de choque para relanzar el PSOE puede estar centrado en la figura de Zapatero. Este se presentará o no en función de muchas y variadas circunstancias, de su estado de ánimo, del resultado electoral del 22-M, de la evolución de la crisis, de la tendencia que marquen en el futuro las encuestas y de lo que decida finalmente en la mesa de camilla el núcleo duro que ahora controla y domina el PSOE.