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Carta a Nevenka

Querida Nevenka:

No sé cómo hacerte llegar estas líneas puesto que desde hace años vives en alguna ciudad europea fuera de tu país: España. Así que utilizo esta herramienta de internet porque creo que esto de las redes sociales funciona y alguien lo copiará y lo pondrá en el ‘tuiter’ o el ‘feisbuq’. De modo que, de una u otra forma tú, Nevenka Fernández, leerás estas líneas allá donde te encuentres.

Quiero pedirte perdón por lo desagradecidos y hasta miserables que somos en este país. Tú que eras concejala del PP en el Ayuntamiento leonés de Ponferrada allá por el año 2000 y que te atreviste a denunciar por acoso sexual a tu alcalde, también del PP entonces, Ismael Álvarez. Y sé que mantuviste con él una relación consentida de cinco meses y que luego decidiste romper. Pero el ya no te dejó vivir, siguiendo así las reglas del machismo cavernícola.

Sé, Nevenka, que te armaste de valor entonces y lo denunciaste ante los tribunales. Y que finalmente el alcalde fue condenado por un delito de acoso sexual y tuvo que abandonar la alcaldía. Sé que mientras tú atravesabas por depresiones y perdías oportunidades de trabajo, tu acosador era agasajado por muchos ciudadanos y por destacados miembros de su propio partido, que entonces era el tuyo también. Sé que la llamada izquierda tampoco te apoyó en aquellos años porque era un asunto entre gente de la derecha, se decía.

Sé que, a pesar de que el Tribunal Supremo te dio la razón, tuviste que exiliarte, y eso que los programas rosas de la televisión (me niego a ponerles el nombre de un órgano tan valioso y noble como corazón) ofrecieron a tu abogado cifras millonarias para que dieras pelos y señales de tu vida. Y mientras esto te sucedía, Nevenka, tu acosador, con el paso del tiempo y puesto que el PP ya no le apoyó para la alcaldía de Ponferrada, montó una candidatura de independientes con él a la cabeza.

Y ahora resulta que este acosador llamado Ismael Álvarez se alía con el PSOE de ese ayuntamiento para, mediante una moción de censura, dar la alcaldía a los socialistas y desbancar así al PP que la ostentaba. Para más ‘inri’, esa votación se consumó el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. La ética una vez más ha sucumbido ante el poder. Esos son, hoy, Nevenka los políticos que nos representan y que hemos votado: gentes sin prejuicios y sin más moral que la de acomodarse a sus propios intereses personales por encima de todo. Creo que ahora están enfrascados en arreglar lo que no tiene nombre, ahora que todo ha salido a la luz, no antes.

Sé, Nevenka, que estos días estarás sufriendo de nuevo al recordar no sólo el acoso sexual sino el acoso al que te sometió el propio fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, José Luis García Ancos, cuando públicamente te decía: “¿Usted no es la empleada de Hipercor que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos?”.

Deseo que el tiempo haya cicatrizado las heridas y, sobre todo, deseo que sepas que el olvido nunca impedirá recordar que Nevenka fue una mujer valiente. Como sabes, aunque te encuentres exiliada, este país atraviesa una negra crisis económica, pero es una crisis de valores la que nos llevará a la verdadera ruina si no hacemos frente a tanta miseria moral como nos rodea.