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Nuevos tiempos, viejos vicios

Se habían puesto muchas expectativas sobre el cambio de rumbo que tomaría el Ayuntamiento de Jaén en este nuevo mandato municipal. La mayor fragmentación de la Corporación (con cuatro fuerzas políticas) y la pérdida de la mayoría absoluta por el PP hacía prever un nuevo tiempo de diálogo y de consenso en la toma de decisiones del Ayuntamiento más endeudado por habitante de  todo el país. Al menos ese fue el mensaje que trasladaron todas las fuerzas políticas en la constitución del nuevo Pleno. Sin embargo, ha bastado apenas un mes para comprobar cómo se ha dilapidado todo ese caudal de esperanza que había anidado en la ciudadanía, y que los nuevos tiempos no son más que la continuación de los viejos vicios en la política local.

Para empezar, nuestros representantes públicos lanzaron un mensaje poco edificante a sus vecinos al liberar a 26 de los 27 ediles de la Corporación (la concejala que no lo está también cobrará por su asistencia a plenos y comisiones). Nunca en la historia democrática de Jaén había habido tantos ediles cobrando del Ayuntamiento (en realidad serán 22 porque 4 de ellos lo harán de otras Administraciones por su dualidad de cargos), algo que chirría aún más teniendo en cuenta la agónica situación económica de las arcas municipales, que sobrevive mes a mes a base de créditos que engordan e hipotecan la deuda financiera de la ciudad durante varias décadas. Nuestros munícipes también han dejado pasar la oportunidad de congraciarse con los electores aplicándose una bajada de sueldos, como sí se ha hecho en otros ayuntamientos y como planteó, sin éxito, uno de los grupos municipales.

Tampoco ha ayudado la nueva correlación de fuerzas del Pleno a construir un debate político a la altura de las necesidades de la ciudad. No solo permanecen viejos tics autoritarios por quienes siguen gobernando sin darse cuenta de que el pueblo les ha quitado la mayoría, sino que tampoco los grupos de la oposición están dando la talla, y más preocupados se les ve por cuestiones domésticas (liberaciones, despachos…) que por los temas que preocupan a los ciudadanos. Por si fuera poco, en la última sesión el PP dio una bofetada a la voluntad popular que representa el Pleno municipal, al ignorar el mandato de la oposición para rechazar un nuevo crédito por valor de 70 millones, e imponer su mayoría absoluta en la junta local de gobierno (que en nada representa la proporcionalidad de fuerzas emanada de las urnas) para sacar adelante lo que no pudieron hacer en el Pleno. La nueva Ley Local, modificada a finales de 2013, atribuye a estas juntas de gobierno un enorme poder competencial que amenaza con dejar a los Plenos como un mero ring para la batalla dialéctica pero sin mayores consecuencias políticas.

Malos presagios, por tanto, se ciernen sobre un Ayuntamiento necesitado ahora más que nunca de políticos de talla y con altura de miras para darse cuenta del momento crítico y crucial por el que atraviesa la ciudad. Hay muchos temas que demandan la unión y el compromiso colectivo, como el desarrollo urbanístico del nuevo PGOU, el futuro del tranvía, las infraestructuras pendientes, la degradación del casco antiguo o la atonía cultural de la capital. Sin embargo, si no son capaces de poner orden en el maltrecho Ayuntamiento (la casa común) difícilmente podrán abordar los grandes retos que tiene el Jaén del siglo XXI. Lo dicho, nuevos tiempos, viejos vicios.