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Kerry, quédate en casa

Ya hemos limpiado, como aquel que dice, el suelo almeriense de Palomares, contaminado tras la caída hace casi 50 años de cuatro bombas termonucleares tras la colisión de un bombardero y un avión nodriza durante una operación de repostaje en vuelo. Ha llegado míster Kerry,  secretario de Estado en USA, se ha dado un abrazo con el señor Margallo, ministro de Exteriores en España, una sonrisa por allí y un apretón de manos por aquí. Y si te he visto no me acuerdo.

Eso sí, ha dejado un acuerdo para dejar limpio el suelo de Palomares. ¡Qué digo un acuerdo! Lo que se ha firmado no es siquiera un pre-acuerdo. Lo que tan pomposamente han firmado EEUU y España ha sido una declaración de intenciones. O sea que, después de 50 años sin hacernos puñetero caso, llega ahora Kerry y firma que tiene la intención de llevarse la tierra contaminada por radiactividad a suelo estadounidense.

Sin embargo, ni esa mera declaración de intenciones especifica cuándo se llevará a cabo, cuánto costará o cómo se realizará el traslado de la tierra contaminada. Así que o los americanos son muy listos o a nosotros nos toman por tontos. Qué curioso. En julio, no de hace 50 años sino de este año 2015, el Gobierno de EEUU llegó a un ACUERDO con la petrolera British Petroleum (BP) para que la compañía pague una indemnización de 16 mil millones de euros (16.227 en concreto) en compensación por la catástrofe medioambiental causada por el vertido de crudo en el Golfo de México en abril de 2010, el mayor de la historia.

Ya sé que las comparaciones son siempre odiosas. Pero es que resulta que en ese acuerdo con la petrolera se incluyen indemnizaciones por las labores de reparación y restauración de los estados afectados, por los daños en los recursos naturales, así como por sellar acuerdos con los gobiernos locales. Un acuerdo de esas dimensiones se ha alcanzado sólo cinco años después del desastre.

En España lo de Palomares sucedió hace 50 años y está considerado como el primer accidente mundial en el que se produce la pérdida de material termonuclear en vuelo.  ¿Saben cuándo los americanos de EEUU se han dignado a firmar una declaración de intenciones? Sólo después de la ‘presión’ del gobierno español por la reciente cesión de Rota (Cádiz) como base naval operativa del escudo antimisiles de EEUU y por la conversión de Rota (Sevilla) en base permanente de la fuerza de reacción del mando de EEUU para África, con el fin del frenar el avance del yihadismo en el Magreb. ¡Ah!, y todo se queda en Andalucía sin que el gobierno andaluz tenga más palabra que la del silencio.

Se imaginan ustedes que todo esto de Palomares hubiera sucedido, por ejemplo, en suelo francés. Los americanos no se atreverían a presentarse en París con una declaración de intenciones bajo el brazo, salvo, claro, que Kerry estuviera dispuesto a ser arrojado en ese mismo momento del último piso de la torre Eiffel. O se imaginan, por ejemplo, que el ministro de Asuntos Exteriores de España apareciera en Washington con esa declaración de intenciones, salvo, claro, que estuviera dispuesto a volver a nado atravesando el océano Atlántico.

Aunque, pensándolo bien, la culpa de todo no la tiene Kerry. La tenemos nosotros que no hemos sido capaces de decirle: Kerry, quédate en casa.