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Los días perdidos

Termina un año marcado en la provincia de Jaén, al igual que en el resto del país, por la sensación de los días perdidos. Pendientes todos, primero de un Gobierno imposible del PSOE y Podemos y después, de otro Gobierno posible para el que ya nada va a ser lo que fue: un PP en mayoría minoritaria que auguraba una corta legislatura. Para ello y enmedio, los socialistas tuvieron que llegar al harakiri de octubre y pasar el trago de facilitar con su abstención el nuevo mandato de Rajoy al objeto de evitar ‘males mayores’. Como novedad del proceso electoral de junio, el regreso después de muchos años de un diputado comunista (UP) al Congreso, Cañamero, un sindicalista forjado en al lucha obrera que sustituía al encarcelado Bódalo en las listas por Jaén.

Una situación, la política, que irremediablemente ha marcado el devenir de Jaén y de los jienenses, con los proyectos y la inversión pública paralizados en todos los aspectos. Basta mirar las cifras de licitación pública, que apenas llegaban a los 50 millones de euros  entre enero y noviembre, para darse cuenta de lo poquito que el sector público ha hecho en Jaén el último año, aparte de mantener el engranaje del sistema (menos mal!) pagando las nóminas mensuales de pensionistas, maestros y sanitarios. Poco más. Pero más allá de la versión política de los últimos 365, o mejor dicho, pese a ello, la sociedad civil, los autónomos, las pequeñas empresas, las familias, los jienenses de a pie recorrieron los últimos doce meses en medio de esa resignación aceitunera tan propia de esta tierra de que aquí poco pasa para lo que podía pasar. Porque ni han mejorado los niveles de paro o la creación de empleo, ni ha llegado el AVE, ni se han arrancado nuevas infraestructuras que tantos años llevamos esperando.

En el otro lado de la balanza, merced a la propia inercia de la economía andaluza y nacional,  pero sobre todo gracias al bálsamo de una campaña aceitera (15-16) que arrojaba más de medio millón de toneladas de buenos caldos, 2016 ha sido el tercer año de crecimiento consecutivo de la economía jienense (en torno al 2%). Algo que parece alejar definitivamente la madre de las crisis que hemos vivido de 2007 a 2013.

Aunque es constatable la mejoría del mercado laboral y una cierta animación del consumo que ha llevado a que se vendan más viviendas o se estrenen más coches que en 2015, lo cierto es que los salarios ha continuado estancados o peor, han empeorado, y el empleo que se ha creado ha sido de carácter temporal, urdido básicamente en dos sectores como el agrario (campaña aceitunera) y servicios (turismo). Ha vuelto a crecer en 2016 la cifra de viajeros que este año han elegido nuestra provincia para pasar dos o tres días de sus vacaciones.

No sólo la buena producción de aceite o el turismo teñía de positivo algunas magnitudes de la economía provincial. El mercado exterior seguía dándonos alegrías y continuaba creciendo respecto al ejercicio anterior, gracias a esa cantidad de aceite enviado más allá de nuestras fronteras, pero también merced a sectores de la producción como el del plástico, la automoción o el material eléctrico. Y otro tanto ocurría con el dinamismo empresarial mostrado en la provincia, donde la puesta en marcha de nuevas empresas dejó atrás a los cierres.

En definitiva, 2016 nos deja en medio de unos avances de la economía que de momento siguen sin llegar al día a día de los jienenses. Todo ello atenuado incluso por esa situación política en que 2016 ha navegado y aderezado por la tradicional resignación jaenera de que, aqui, nunca pasa nada.